3 de enero de 2006

20 PLACAS MORTUORIAS

Epílogos, posfacios y anexos de relatos; soberbia de quedarse con la última palabra y altanería de labrarla para la posteridad. Sentidos impuestos o lecturas póstumas enmascaradas de reflexiones. Síntesis, como granos de arena. Voluntad de retener, como médanos al viento.
Son melodrama, testamento y tragicomedia.
Estados de ánimo que se perpetúan condensados. Son condena y vítor. Y honor y mácula. Son palabras que el viento no se lleva. Cantos a la vida, en definitiva.

I
Ya e aquí un gran mujer.

II
Nunca olvidaré tu olvido. Jamás recordaré tu recuerdo.

III
Con cariño, pero sin amor ni respeto: tus deudos.

IV
No lograste nada de lo que te proponías. Te amaremos por lo que sí.

V
En la loca carrera por volver al polvo, por veloces o lentos, somos liebre y tortuga:
siempre nos toca perder.

VI
No habrá olor que sea igual al tuyo.

V
Se apagaron el aire y el fuego, mas no la tierra ni el agua.

VI
Gracias por regalarme ese octavo pecado capital...

VII
Somos azares que se vuelven destinos.

VIII
Los gusanos no comerán tus diamantes, pero sí mis recuerdos.

IX
Cuando besan las raíces la piel, se comprende, cabal aunque tardíamente,
la naturaleza humana.

X
Por el tiempo que perdimos juntos, por el que nos robamos mutuamente,
por el que despilfarramos y el que nunca tuvimos.

XI
El dolor de despertar de este sueño con tu muerte
es la cruel certeza de haberlo soñado con tu vida.

XII
No hay nada que entender. Quedó demostrado.

XIII
Me quedo con tus verdes, algunos ocres, hebras de té
y briznas de pelo.

XIV
Ahora que no tengo tu mirada tampoco tengo más vergüenza.

XV
Fui un estúpido.

XVI
Me has dado la primera certeza de la vida:
no quiero morir así.

XVII
Tanto evolucionar para no haber hecho más que una novela barroca
del breve relato de nuestros ancestros.

XVIII
Por los amores regalados
y los servicios prestados.

XIX
A mis enemigos solo les debo el llanto.

XX
Me quedo con la silueta parlante de tu sombra.
Con eso será suficiente.

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