22 de mayo de 2012

¡Alarmantes similitudes entre mi mente y la mansión Playboy!


"Para entender esto, tenés que tener la mente abierta."
"No creés en nada porque tenés la mente cerrada."

Si uno anda de escéptico por la vida, se expone a escuchar este tipo de cosas, a veces. Una respuesta usual es "es bueno tener la mente abierta, pero no tanto que se te salga el cerebro"; la mía más común, "mi mente está abierta, pero la casa se reserva el derecho de admisión y permanencia".
Pero tras pensarlo demasiado (ya verán, demasiado de verdad), decidí que mi respuesta no es suficiente para explicar porqué desconfío tan rápido de algunas ideas. Por eso, como para que quede claro o confundir definitivamente, he aquí un símil que empezó sensato y se fue al demonio.

Para empezar: mi mente es como una casa. Una mansión lujosa, ya que estamos, total imaginar es gratis. Los sentimientos, los recuerdos, las obsesiones, en fin, todas esas cosas "de uno" son las distintas habitaciones. Es decir: son parte inherente de la cosa, la base arquitectónica. El arquitecto -yo- es un tipo bastante caprichoso.
Dj Poquito extasía a la multitud al ritmo
de Dr. Poroto.
El dueño de casa -yo- se pasea en traje y crocs, atendiendo a sus invitados. La casa está más o menos siempre de fiesta, animada por el DJ residente. Yo, claro.
Una fiesta necesita sus invitados, claro está. El timbre de la casa suena constantemente y un amable aunque inconfundible mayordomo -yo- atiende a cada asistente y lo deja o no pasar. Hay dos tipos de invitados: las ideas y los datos. Porque no es bueno que sean sólo chicas y uno, vio. La idea: tener la fiesta más top posible.
Los aspirantes a invitados quieren hacer la ola y lo hacen mal.
Las ideas son todas chicas beeeeellas, inteligentes como personajes de Woody Allen, arregladas para fiesta y con olorcito a recién bañadas. Al principio, todas tienen un conversación muy interesante, pero la mayoría se vuelven monótonas rápidamente. Los datos son tipos siempre atildados, con cara de serios y pinta de tener mucha plata, pero algunos no tienen ni para el bondi y otros son unos descarados embaucadores.
Una vez adentro de la mansión, las ideas y los datos pueden deambular a gusto y encontrar su habitación favorita, sobre todo las construidas con creencias y aquellas donde se encuentran con conocidos (ideas hermanas, datos afines). Cuando se sienten cómodos, es más difícil sacarlos (sobre todo a las chicas; muchos datos son de irse sin avisar, dejando con suerte una tarjeta para ubicarlos más tarde); por eso el mayordomo tiene que estar muy atento.

Las ideas Clavate Una Pizza de Burgio y
Sandman Debería Ser Una Miniserie, esperando entrar.
Atrás, el dato Record De Almacenamiento de Antimateria (16 minutos y  40 segundos)
Para evitar confusiones y ayudar al mayordomo, en la entrada hay pegado un cartel:
Bienvenido a la mente de Juan Poquito; la casa se reserva el derecho de admisión.
Antes de entrar, por favor tenga en cuenta las siguientes reglas.
  1. Damos preferencia a las parejas. Toda idea que venga acompañada de al menos un dato que la ayude a bajar del auto, será evaluada primero. 
  2. Las ideas que aparezcan solas deambulando por la casa, sin su correspondiente entrada serán llevadas a la puerta y tratadas como las que vienen de afuera. Con un poco más de simpatía, tal vez.
  3. Lamentamos no poder acceder a que entren en grupo. Por atractiva que sea la señorita "Técnica respiratoria que produce beneficios garantizados", entrará separada de su melliza "...porque te pone los chakras en sintonía con Sirio 3".
  4. Estos datos no van a entrar, parece.
  5. Sólo pueden entrar datos de buena familia, acompañados de su partida de nacimiento y CV: ¿de dónde salieron? Toda idea que venga acompañada de datos de origen dudoso será inmediatamente sospechada. Si el dato en cuestión es el señor "Usamos sólo el 10% de nuestro cerebro", nuestro personal se encargará personalmente de dicho individuo y la idea será acompañada hasta la puerta con plata para el bondi.
  6. Damas gratis: las ideas no necesitan presentar credenciales, ni pueden aducir que provienen de una fuente de autoridad. Su mejor carta de invitación son los datos que las acompañen. Sí pueden aducir parentesco lógico con las invitadas que ya han entrado (pero ver regla 9).
  7. No, no, no: parentesco lógico. Decir "Soy una terapia que trata al cuerpo como entidad cuántica, de acuerdo con los últimos avances del CERN" hace que seguridad suelte a los lebreles. Tampoco cuenta aducir antigüedad alguna. 
  8. Sres. datos: si tratan de colarse con su prima Interpretación, sepan que si la descubrimos será atrapada como una idea más. Gracias por su comprensión.
  9. Srtas. ideas: su prima Presunción Previa, no importa lo calladita e inconspicua que sea, debe ser tratada como una idea más, por separado. A la cola.
  10. Se le dará atención preferencial a las ideas que puedan entrar en conflicto con otras invitadas, si no han sido rechazadas por alguno de los requisitos anteriores. Sobre todo porque...
  11. Las señoritas Determinismo y Libre albedrío,
     en una sesuda discusión que lleva ya varios años.
  12. Todo conflicto entre ideas será resuelto por LUCHA EN GELATINA, con dos resultados posibles: derrota ignominiosa de una de las contendientes, que será acompañada a la salida de servicio; o desmembramiento seguido de regeneración, en los que se descubre que lo que parecía una idea eran en realidad varias. Las ideas recién identificadas deberán volver a la puerta y el mayordomo las atenderá. Consejo para principiantes: no te metas con las Leyes de la Física. Y las chicas de la familia Biología no son las niñatas endebles de hace 80 años, te pueden surtir de lo lindo.
Lograda la entrada, como dije, las chicas y chicos pueden deambular a gusto. Algunos, con suerte, lograrán entrar al salón VIP, allí donde se arma lo que, a falta de otro término, llamaré Ideolorgía. Sí, con "r" en el medio. La Ideología es la lista de invidatos al VIP, pero está siempre desactualizada y mal escrita. En la Ideolorgía, ideas y datos se mezclan de manera desordenada, no se entiende muy bien quién está con quien, ni quien hace qué, pero definitivamente todos tienen un objetivo en común.

Eso. Ahora saben en qué estoy pensando mientras guardo silencio en una reunión. Y porqué, cuando voy al baño, se escucha "Everybody dance now!"

Ideas en lucha: Scootie 
Cartel de Abierto: A30_Tsitika
Cola en tsunami: BenJTsunami 
Monjes: Wonderlane 
Chicas en la entrada: M31
Todas via photo pin cc












Ajá. Seguís ahí. Mirá, una muestra de lo que se banca el pobre mayordomo.


16 de mayo de 2012

Pasen y vean: fotos de la FCEN

Laboratorio de química; foto tomada en 1900.
Los armarios me suenan a los del laboratorio de Química inorgánica.
9/9/1918 - Tropas del ejército en un patio de la Universidad Nacional de Córdoba,
luego de desalojar a los estudiantes que la habían ocupado. Tenía alguna pavada que agregar, pero por esta vez la callo.
Cortito: la biblioteca de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales tiene disponible online un coqueto archivo fotográfico, coqueto hasta con botones para facebook y twitter. No es apabullante pero es lindo de ver y de dominio público, que siempre es útil; y hay algunas fotos de momentos históricos, vg "de quilombos varios". Pueden encontrarlo aquí.

9 de mayo de 2012

Ranking innecesariamente largo de bolsas aborrecibles

Es sabido que mi preocupación por el ambiente no va acompañada de una militancia abrumadora. Algo de eso, por supus, debería de cambiar; dicho esto como el que dice "y, unos kilitos tendría que bajar", antes de proceder a bajarse unos kilitos de bondiola.

De todas maneras, como contribución a las causas ambientalistas, hoy quiero rendir homenaje a mi objeto detestable antiambiente número 1: la bolsa.

(Producción, esta parte la quiero decir en medio de un campo bajo un olivo, con polera y saco como Carl Sagan)

La posición bípeda le trajo a la especie humana la fantástica ventaja de poder llevar objetos con facilidad. Pero somos como somos, y no tardaríamos en querer llevar mucho más de lo que nuestros brazos nos permitían, si es que no los teníamos ocupados cargando a la cría. Así nació, en algún momento, la bolsa.*
(Gracias producción, vuelvo al estudio)

Foto: jonathanpercy via photo pin cc
La bolsa, cartera, mochila, alforja, etc.es un invento necesario, incluso imprescindible para explicar el desarrollo de la civilización, junto con la bisagra y el cepillo de dientes. Pero como con todo, nos fuimos al carajo. Las bolsas -y los cepillos de dientes, pero no la noble bisagra- medraron como conejos mutantes, hasta invadir todo el universo conocido, en la particular forma de basura. Ideal para tapar caños, engancharse en las ramas, flotar hasta el gran giro del Pacífico, ahogar animales y vaya uno a saber qué mas, la bolsa es la excrecencia número uno de nuestras actividades cotidianas. Su vida útil es de una cortedad lamentable teniendo en cuenta el número de veces que se usan, y cuanto tiempo, comparados con el tiempo que se necesita para elaborar el material y fabricarlas; ni hablar del tiempo geológico de "producción" del petróleo.

Para contribuir entonces con la causa, he aquí un top ranking de bolsas, en orden creciente de odio personal.

  • Bolsa de tela. Noble en su origen textil y en su material reciclable, la bolsa de tela es una rareza que generalmente obtenemos en algun congreso o negocio recien inaugurado. Viene con unas manijas de unos 25-30 cm de extensión, separadas unos 15 cm de un extremo a otro de la manija. Gracias a este singular diseño, la podés llevar en la mano, bamboleante y, si te da la altura, golpeando contra el piso, o en el hombro, incrustada en el sobaco de manera muy incómoda y antihigiénica. Suelen nacer como transportadoras de libros o material mayormente chato, por lo que no resultan muy adecuadas como bolsas de la compra, que es en lo que terminarán. A la segunda vez que compremos papas, quedarán inmundas, pese a lo cual es muy improbable que las lavemos e igualmente improbable que las volvamos a usar. En todo caso, más culpa nuestra que de la bolsa.
  • Bolsa de tela plástica.  Ídem a la anterior pero más fuerte, sus manijas están hechas con correas vinílicas capaces de cortar un jamón crudo y ni hablar de tu hombro. Podrían durarnos años, pero la costura de la citada correa vinílica se descose justo cuando estamos cruzando la calle al volver de la verdulería. Una vez descosida, nos da cosa tirarla de lo buena que es, pero no la coseremos. Terminará junto con sus congéneres de tela en el lavadero o cuarto similar.
  • Bolsa transparente de verdulería. Sí, la transparente sin manija. Esas que se usan para embolsar por un lado las papas y por otro las cebollas, que luego tiraremos sin ceremonia en un cajón común. Esas que separan las frutas unas de otras, con destino idéntico. Esas que son atadas con un nudo que sólo se desarma con la técnica de Alejandro Magno: rompiendo la bolsa. Esas que acaban con cualquier intención ambientalista que hayamos tenido llevando la bolsa de tela. Los supermercados la justifican por el tema de etiquetar tu compra. Pero le pregunto, señor verdulero: ¿para qué, para qué, PARA QUÉ CUERNOS SEPARA TODO EN BOLSAS? Embolsar las papas, sea, pero ¿de qué se contagian las mandarinas si las pongo junto al perejil, eh?
  • Bolsa "bebedero de caballos". Falta una hora para ir al cumpleaños de tu amiga/novia/madre/abuela, y decidís que este año será un cosmético (bah, es el negocio que estaba en la cuadra). Entrás a un lugar todo blanco con estantes de vidrio y prolijos potitos alineados. Te decidís por no hipotecar tu casa en las cremas rejuvenecedoras, esplendecedoras y furfifilifidoras, con extractos de plantas y animales exóticos, y le entregás a la vendedora un pomo de gel transparente que, sospechás, contiene agua con gel y perfumito. Cuando terminás de pagar vas al mostrador y la vendedora te entrega un Objeto. El Objeto es desproporcionadamente grande para lo que compraste. El Objeto tiene papel de seda, o viruta de madera, o ambas cosas, protruyendo generosamente en todas direcciones. El Objeto es, además, liviano, para desconcierto de tu sistema nervioso, que no sabrá qué hacer con él. El Objeto, claro está, es una bolsa. Pero no cualquiera: la bolsa "bebedero de caballos" es de cartulina gruesa, plastificada, y con manijas de tela pasadas por agujeros de la bolsa y anudadas. Es un ejemplo de ingeniería de la rotura: se puede escurrir el nudo por el agujerito, se puede romper la cartulina, se puede doblar perdiendo toda estructura... es genial. Pero esto es común a todas las bolsas de lugar chetongo. Lo que caracteriza a la bolsa "bebedero de caballos" es su forma, más alargada que alta, que la hará absolutamente INÚTIL para cualquier uso práctico, como no sea encajársela a un conocido en el próximo asado, con un taper de ensalada. Los libros se caerán, los objetos pequeños harán trampolín de un lado a otro hasta eyectarse. Ah, pero qué linda que es; no vayamos a tirarla. Diseñadores industriales: la bolsa "bebedero" es una mancha en vuestro honor. Eliminadla.
  • Bolsa de delivery de supermercado. Comparado con ir al supermercado, pedir a domicilio implica menos bolsas. Pero las que sí nos llegan... qué maravilla. Con un formato casi idéntico a la "bebedero", la utilidad de la bolsa de delivery es cubrir el canasto y permitir que los muchachos se vayan tan rápido como puedan de nuestras casas. Y uno se queda con unas bolsas de un tamaño descomunal, que sólo se pueden cerrar atadas de formas exóticas, aptas tal vez, si se juntan suficientes para rellenar un futón. Supermarkets: si utilizaran bolsas de tela tamaño canasto, prometo que las devolvería cada vez. En serio. Por si no se dan cuenta, no quiero ni una sola bolsa más. Dale, Cotarrefour, media pila.
  • La obvia: bolsa de supermercado. Otra ma-ra-vi-lla de la tecnología. Finita finita finiiiiiiiiita como para gastar menos plástico... así que hay que utilizarlas de a dos o tres en cuanto el contenido supera el medio kilo, revirtiendo el ahorro. Por si acaso, toooooodo va tan separado como sea posible... y eso que nada carece de su propio paquete. En el trayecto a casa, las manijas se estiran hasta alcanzar un grosor de hilo dental, ideal para clavarse en tu mano hasta sentir que estás en una remake de Hellraiser. Ok, estoy en falta, puedo ir con changuito, ya lo sé. Consíganme un changuito mellizo para la compra del mes, porfi. De todas formas, esta bolsa es la estrella en cuanto a versatilidad, y resulta bastante útil como bolsa de basura.
  • La bolsa de cortesía. ¿Qué nos pasa a los argentinos porteños? ¿Estamos locos? No podés comprar una golosina sin que te den bolsas, de la misma horrenda calidad que las de supermercado, aunque seguramente no degradables. En serio, no pasa con un chocolatín, pero un paquete de galletitas ya viene con su bolsa. La rechazo una y otra vez, pero más de uno me dice "pero no, es sólo una bolsita" y me la encaja, y yo, de puro pusilánime, acepto. A veces saco mi compra de la bolsa y la dejo en el mostrador, pero tengo la incómoda certeza de que ya pasó a ser basura. Amigo, amiga: just say no. Propóntelo, propónselo. Mostrale que tenés una cartera, mochila, bolsillo o pulgar oponible. 
  •  And the winner is... la bolsita de farmacia. ¡AAAAAAAARRRRRRRRRGGH! ¡Qué odio que me da! Aquí no hay cobardía que valga: indefectiblemente les dejo en el mostrador esta porquería, este adefesio, esta quintaesencia de la estupidez humana. Es la bolsita de farmacia, esa miniminiminúscula, que te dan cuando compraste un paquete de pastillas con su caja o dos caramelos. Una bolsa que ni siquiera se puede tomar por sus asas, que sólo sirve como envoltorio de lo ya envuelto. La bolsita termina, con su contenido, en nuestro bolsillo o en nuestra mano. Un desperdicio de materiales, energía, recursos naturales y tiempo. Amigo, amiga, enemigo, enemiga: no la aceptes. El pulgar oponible es tu amigo.
NO A LA BOLSITA DE FARMACIA. ¡PULGARES DEL MUNDO UNÍOS!
Es tu amigo contra la proliferación de bolsas. Dale las gracias.

Foto: Suarez Leandro via photo pin cc


















Pará, pará ¿de verdad estás leyendo esto? ¿Que querés, que te hable de las bolsas de papel con manijita de ídem, que se rompen solas? ¿De las que envuelven cada componente cuando compras un aparato? Masoquista... mejor escuchate esto:

* Sí, "en algún momento", que para cosas serias están los historiadores. Lo mío es la sarasa. Basta, en serio, ya terminé.

5 de mayo de 2012

De pensamientos, acciones y otras flores del prado


Jacinto cita a la bella, la reflexiva Ludmila en un rincón del prado. Toma una de las manos de Ludmila, la izquierda, pequeña como una alondra, y pregunta:

-Ludmila ¿te casarías conmigo?

Entonces, algo maravilloso sucede: Ludmila piensa. En su cerebro, a una velocidad pasmosa, se suceden cientos de escenarios posibles. Lujuria, codicia, cautela, desenfreno, sensatez y sentimientos presentan sus cartas una a una. Ludmila debe contestar.

Puede que, por ejemplo, diga "sí". Más tarde, volverá a su casa y su madre le dirá "¿Cómo vas a casarte con ese pobretón?". Y Ludmila explicará que Jacinto es pobre pero talentoso, y que confía en que prosperará. O que es pobre pero amoroso, y la cuidará.

También puede ser que Ludmila niegue su mano (la izquierda, pequeña como una alondra). Ya en su casa, su madre le dirá "¿Pero cómo te negaste a ese buen muchacho?" Y Ludmila responderá que no está segura de sentir amor; o que está enamorada pero el amor no lo es todo. O que es amoroso, pero pobre, y no podrá cuidarla.

Todo esto pasa en el cerebro de Ludmila. Al final, dirá que sí, o que no. Sus razones serán varias, y quedarán ocultas detrás del monosílabo. Pero estarán ahí. Que un acto sea simple no significa que sus motivos no sean complejos.

Ahora bien, hay una opción que no tiene lugar en la cabeza de Ludmila. Es esta: frente a la pregunta de Jacinto, Ludmila grita "¡Lalalalalá! ¡Arransansan, arransansan, guli guli guli guli ransansán!" y sale corriendo por los prados, sin contestar.

Esta opción no pasa por la cabeza de Ludmila porque, dijimos, Ludmila piensa. Y sabe que, de hacer eso, Jacinto no le hablará más, su madre no le abrirá la puerta y nadie le pediría jamás ni la hora. Responder sí o no es un acto concreto, con su justificación compleja detrás de su aparente, traicionera sencillez. No responder, en cambio y en este caso, es un no-acto, una no-respuesta, una falta de respeto, una cobardía y (acompañado de correr por los prados) una soberana mentecatez.

Eso nomás. ¿O es que no puedo, alguna vez, hablar de política?